Un gobernador que condena lo mismo que practica
La Doble Moral de Gildo Insfrán: Un Gobernador que Predica lo que No Practica

En la tercera edición del operativo "Por Nuestra Gente, Todo" de este 2024, celebrado el sábado 7 en la EPEP N° 36 de la ciudad de Pirané, el gobernador de Formosa, Gildo Insfrán, volvió a desplegar su conocida retórica de doble moral. Utilizando recursos públicos y las herramientas del Estado, transformó una institución educativa en una plataforma política, donde lanzó un discurso que, irónicamente, condena las prácticas que él mismo ha ejercido durante décadas y desde las mismas tribunas de las escuelas públicas.
Un insulto a la inteligencia de los testigos de los discursos de odio, descalificaciones y ataques personales que Insfran ha proferido en escenarios similares y con el dinero de los contribuyentes
Insfrán habló de la importancia de debatir y afirmó que "la política se trata de eso: de debatir y no de agraviar, como está muy de moda". Una declaración que resuena como un insulto a la inteligencia de los formoseños, quienes han sido testigos de los interminables discursos cargados de odio, descalificaciones y ataques personales que el propio gobernador ha proferido en escenarios similares, con el uso del dinero de los contribuyentes.
¿Cómo puede Insfrán tener el descaro de pedir "madurez política" y condenar los agravios, cuando él mismo ha llamado "forroseños" y "manga de bombolos" a los habitantes de Formosa, ha calificado de "víboras" a las docentes del Instituto educativo religioso Santa Rita de Las Lomitas, y ha tildado de "imbéciles, cara rotas, mal nacidos e hijos de sus madres" a sus opositores? ¿O cuando se refirió a María Eugenia Vidal como "retrasada mental" y a Patricia Bullrich como "fracasada"? Este es el mismo gobernador que, desde tribunas partidarias montadas en instituciones educativas, ataca y descalifica con saña, mientras condena los "discursos de odio" que supuestamente vienen de otros.
La hipocresía de Insfrán se hace evidente cuando se presenta como un líder que no responde a agravios, declarando que "no es su naturaleza" y que "no se ha formado en ese ambiente de acusaciones". Estas palabras, pronunciadas con el cinismo característico de quien lleva décadas en el poder, se contradicen con su historial de agresiones verbales y descalificaciones personales, repetidas en eventos públicos transmitidos por la hegemonía mediática de la provincia.
El gobernador también se quejó de la "condena social" y del "ambiente de acusaciones" que, según él, se propagan por los medios de comunicación como si fueran "pedacitos de papeles esparcidos por el viento". Lo que Insfrán olvida es que la condena social no es más que el resultado del hartazgo de un pueblo que ha escuchado, una y otra vez, discursos plagados de insultos y desprecio hacia quienes piensan diferente.
Es hora de que Insfrán deje de lado la retórica vacía y asuma la responsabilidad por sus actos
Es hora de que Gildo Insfrán abandone el cinismo y deje de utilizar las escuelas y otros espacios públicos como escenarios para sus monólogos autoritarios y propagandísticos. Si realmente busca la "madurez política" que pregona, debería comenzar por dar el ejemplo, demostrando un mínimo de coherencia entre lo que dice y lo que hace. Porque la doble moral de un líder que predica una cosa mientras practica exactamente lo contrario no solo erosiona la credibilidad de sus palabras, sino que también degrada la calidad del debate democrático en la provincia.
La hipocresía no puede seguir siendo la norma. Los formoseños merecen una política auténtica, donde las instituciones sean respetadas y los recursos públicos se utilicen para el bien común, no para perpetuar el poder de un líder que se presenta como víctima de la misma intolerancia que él mismo alimenta.