Más votos que habitantes: la matemática del poder eterno en Los Chiriguanos
En Formosa, tierra donde la lógica democrática se tuerce al ritmo del clientelismo y la impunidad, Los Chiriguanos se convirtió en una caricatura perfecta del modelo político que lidera Gildo Insfrán. Según el Censo Nacional 2022, esta pequeña localidad del departamento Bermejo cuenta con 1.747 habitantes. Sin embargo, el padrón electoral oficial habilita a 1.810 personas a votar, es decir: hay más electores que vecinos en una localidad donde el gobierno asegura que Caldera gana por el 100% de los votos.

A pesar de esta anomalía estadística, que en cualquier democracia real despertaría escándalo y una inmediata investigación judicial, en Formosa se celebra como una hazaña política. La prensa oficialista de Agenfor, vocera directa del poder provincial, se encargó de promocionar que el presidente de la Comisión de Fomento, Antonio Caldera, ganó las elecciones con el 100% de los votos. Es decir, no hubo oposición, ni votos en blanco, ni impugnados, ni siquiera un vecino que se atreviera a marcar otra opción.
¿Quién necesita democracia cuando se puede armar el padrón a medida?
Y mientras tanto, el despacho del intendente Caldera —convertido en una verdadera Unidad Básica del PJ— sirve como escenario para la propaganda: banderas partidarias, retratos de Gildo Insfrán, afiches de campaña y símbolos del Partido Justicialista decoran el edificio municipal, que debería ser de todos los ciudadanos.
En ese marco, el propio Caldera anunció con total impunidad que más de 400 empleados comunales contratados cobrarían sus haberes este 5 de mayo. Casi la mitad del padrón electoral y de los habitantes reales depende directamente de su lapicera.

Si a los más de 800 sueldos municipales (planta permanente, jornalizado y contratados), le sumamos los empleados provinciales, los beneficiarios de programas sociales y las miles de pensiones truchas por invalidez que proliferan en el oeste formoseño, la ecuación queda clara: el voto no es libre, es parte del salario.
El modelo formoseño ha perfeccionado una maquinaria de control social que permite sostener con apariencia democrática lo que en la práctica es un régimen autoritario de partido único, donde las elecciones son apenas una puesta en escena.
Porque en Los Chiriguanos, como en tantas otras localidades de la provincia, los votos no se ganan, se fabrican. Y cuando un intendente gana con el 100% en un pueblo donde hay más electores que personas, lo que falla no es la oposición: falla la República.