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Insfrán acusó a Milei de "narco criminal", pero esquivó el espejo: Formosa, tierra de impunidad y narcopolítica

Durante un acto oficial en la localidad de Herradura, donde inauguró la refacción de una escuela, el gobernador Gildo Insfrán protagonizó un nuevo episodio de campaña cargado de hipocresía y cinismo. Desde la tribuna estatal —y usando el aparato público como escenario político—, el mandatario formoseño acusó al presidente Javier Milei de ser un "narco criminal" y de favorecer, con sus políticas, el ingreso del narcotráfico a la Argentina. Acto seguido, llamó a "votar al modelo formoseño para frenar la entrega del país al narco crimen".

La acusación, sin fundamentos y cargada de oportunismo electoral, sorprende no por lo grotesco de su contenido, sino por el descaro con el que Insfrán intenta tapar con palabras la oscura realidad que envuelve a su propia gestión: Formosa es una de las provincias más señaladas del país por su connivencia estructural entre política, justicia, policía y narcotráfico.

¿Narco criminales? ¿Y en casa cómo andamos, Gildo?

El gobernador parece haber olvidado —o pretende que los formoseños olviden— el extenso historial de escándalos narcos que salpican a su gobierno y que lo vinculan directa o indirectamente con toneladas de droga, funcionarios comprometidos y un sistema judicial que garantiza impunidad.

Entre los casos más resonantes:

701 kilos de cocaína incautados en una pista clandestina en un campo del concejal del PJ conocido como Palmita.

2 kilos de cocaína y un ladrillo de marihuana encontrados en la camioneta oficial de la diputada provincial Blanca Denis.

El caso de los "narcozapallitos", donde se descubrió un cargamento de más de dos toneladas de marihuana transportadas por Liliana Mabel Tijera Insfrán —sobrina del gobernador— y Javier Ávalos, en una maniobra digna de una organización criminal.

El excomisionado de Área de Frontera de Clorinda, Pedro Ramón Bareiro, detenido con 60 kg de cocaína en una camioneta oficial del Ministerio de Economía de la provincia.

El escandaloso ascenso de Orlando Medina, exjefe de Drogas Peligrosas, acusado de liderar una red narco, premiado luego como jefe policial en Clorinda, zona caliente del tráfico fronterizo.

A todo esto se suma la denuncia explosiva del empresario Gert Erick Baldus, cuñado del gobernador, quien denunció públicamente un ataque mafioso vinculado al "cargamento de cocaína de la Torre Río" y a "la ruta del combustible", otra trama que involucra a actores cercanos al poder provincial.

Una provincia donde la droga entra, pero la justicia no

Más allá de los escándalos mediáticos, lo verdaderamente escandaloso es lo estructural: en más de cuatro décadas de peronismo ininterrumpido, en Formosa no hay un solo funcionario provincial condenado, investigado ni siquiera llamado a declarar por ninguno de los delitos por los que fueron denunciados. La impunidad es total y transversal, protegida por un aparato judicial que responde al poder político y por fuerzas policiales que en muchos casos están involucradas directamente.

El discurso del cinismo

Acusar al gobierno nacional de promover el narcotráfico desde el atril de un acto escolar, usando recursos del Estado, no sólo es una irresponsabilidad política, sino una burla para cada formoseño que conoce la realidad que se vive en la frontera norte. Gildo Insfrán pretende erigirse en cruzado contra el narco mientras en su provincia reina la narcopolítica.

En Formosa, la droga no entra con la motosierra. Entra con chaleco oficial, sirena policial, y blindaje judicial.