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Viernes 11 de Julio, 2025
 
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Brignole, el intendente showman: pide destituir a Paoltroni y Basualdo por "inhabilidad moral", pero guarda silencio sobre los suyos denunciados por abuso y violencia de género

En un acto insólito, con cobertura estatal y recursos públicos, el intendente de El Colorado Mario Brignole protagonizó otro papelón institucional: marchó a caballo pot la capital formoseña para anunciar que pedirá la separación del senador Francisco Paoltroni y del intendente Atilio Basualdo por "inhabilidad moral". Ni una palabra sobre los funcionarios y legisladores de su propio espacio con graves denuncias por violencia de género, acoso sexual y abuso de poder. La doble vara del gildismo, una vez más al desnudo.

🐴 Brignole, el intendente showman: cabalgata, pirotecnia y despliegue oficial para "notificar" a la oposición que Insfrán ganó

El intendente de El Colorado, Mario Brignole, sumó un nuevo episodio a su largo historial de shows políticos insólitos y uso distorsionado del aparato estatal. Esta vez, montado a caballo y con cobertura oficial en vivo, recorrió la ciudad capital para anunciar públicamente su intención de pedir la separación del senador Francisco Paoltroni y del intendente de Las Lomitas, Atilio Basualdo, por "inhabilidad moral".

Según Brignole, la supuesta inhabilidad de ambos referentes opositores se basa en versiones periodísticas sobre deudas y sanciones por desmonte de tierras. Sin embargo, lo que más llamó la atención no fue la liviandad con que elaboró semejante acusación, sino el silencio ensordecedor frente a las graves denuncias que pesan sobre dirigentes de su propio espacio político, muchos de ellos con cargos activos en el gobierno provincial, nacional y municipal.

 
Moral selectiva: Brignole calla sobre los suyos

Mientras exige la destitución de opositores por causas sin resolución judicial, Brignole no hizo mención alguna a los casos que sí están judicializados y que involucran a dirigentes del Partido Justicialista y del círculo más cercano al gobernador Gildo Insfrán:

Ramiro Fernández Patri, diputado nacional del PJ, denunciado por su ex esposa por violencia de género y acoso sexual.

Jorge Abel González, ministro de Gobierno, denunciado por la abogada y ex funionaria provincial Silvia Tarantini por acoso sexual y ofrecimiento de cargos públicos y legislativos a cambio de favores sexuales y persecución.

Marcelo Sosa, concejal electo y actual funcionario municipal, acusado de violencia de género, abuso sexual, maltrato y amenazas.

Coqui Zarza, ex legislador, sindicalista municipal con múltiples denuncias públicas y judiciales por abuso de poder y violencia fisica y psicológica contra su ex mujer.

Ni una sola palabra de Brignole sobre ellos. Ninguna solicitud de inhabilidad moral, ni cabalgatas escandalosas, ni actas del Tribunal Electoral. Parece que para Brignole la moral se mide según el color político.

 
Un show grotesco con recursos públicos

El despliegue de este martes 8 fue un verdadero espectáculo pagado con dinero del Estado. Brignole irrumpió en la ciudad capital con bombas de estruendo (en una ciudad con tolerancia 0 a la pirotecnia), escoltado por la policía, su ya infame "Brignomóvil", y con transmisión en vivo de la agencia de noticias oficial AGENFOR y toda la red de medios públicos.

El propósito, según sus propias palabras, era "notificar" a la oposición del contenido del acta N°70/25 del Tribunal Electoral, que confirma el triunfo del oficialismo en las elecciones del 29 de junio. Pero lejos de tratarse de un acto institucional, la escena fue una postal del absurdo político en el que se mueve el gildismo más rancio.

 
La hipocresía de la moral a medida

Brignole anunció que se interiorizará de las supuestas multas millonarias que pesan sobre Paoltroni y Basualdo, para pedir su destitución por inhabilidad moral. Lo que no explicó es cómo encajan en esa vara moral los suyos, que han sido denunciados por abusos mucho más graves, y aún así siguen en funciones y premiados con cargos .

Si la moral es el criterio, entonces Brignole debería comenzar por su propia casa. Pero claro, en el Formosa de Insfrán, la moral se administra como el presupuesto: según a quién se le aplique.