
Columnista. Diputado Convencional Constituyente MC
Manipulación y censura en la Convención Constituyente: la puesta en escena del autoritarismo formoseño
Lo que comenzó como una oportunidad histórica para saldar una deuda con la democracia —la eliminación de la reelección indefinida ordenada por la Corte Suprema— terminó revelando, desde el primer minuto, la peor cara del poder en Formosa: mezquindad comunicativa, discriminación institucional, manipulación de la información, y un autoritarismo que se ejerce sin pudor desde el aparato de gobierno.

Desde la sesión preparatoria, la actitud de la bancada oficialista que responde ciegamente al gobernador vitalicio Gildo Insfrán fue tan previsible como deplorable.
Antes incluso de constituir formalmente la Convención Constituyente, impusieron de manera unilateral y prepotente las autoridades provisorias —que más tarde serían las definitivas— bajo el pretexto de gozar de una supuesta "mayor legitimidad democrática". ¿El detalle? La Convención aún no existía legalmente, sus miembros ni siquiera habían prestado juramento, y aun así ya ejercían funciones como si se tratara de un mandato divino.
Pero el atropello institucional no terminó allí. En un gesto de profundo abuso de autoridad, se les negó el derecho a asumir a dos convencionales electos por la oposición, bajo una excusa de índole administrativa: la falta de un papel secundario relacionado con su condición de empleados públicos.
Una exigencia que no figura en la Constitución ni en el reglamento interno legislativo, y que, en todo caso, jamás podría suplantar la voluntad popular expresada en las urnas. La irregularidad es aún más grave si se considera que quienes decidieron tal exclusión ¡tampoco habían asumido aún legalmente sus cargos!
Una transmisión manipulada para censurar a la oposición
Sin embargo, lo más ruin no estuvo en las palabras, sino en las imágenes. En la era de la comunicación total, donde el acceso a la información es sinónimo de ciudadanía, las autoridades de la Convención decidieron utilizar los recursos del Estado para manipular la percepción pública, distorsionar la verdad y censurar a quienes no piensan como ellos.
Durante la transmisión oficial —esa que supuestamente debía garantizar la transparencia y la publicidad de los actos públicos— se aplicó una doble vara descarada:
A los convencionales oficialistas se los mostraba con juego de cámaras, primeros planos, luces adecuadas y sonido perfecto.
A los opositores, se los filmaba de espaldas, con tomas lejanas, imágenes apagadas, interferencias de audio, bajo volumen, y hasta ocultos detrás de otros legisladores oficialistas.
Este grotesco montaje no fue una casualidad técnica, sino una decisión política deliberada. Una puesta en escena que busca silenciar al disenso, invisibilizar a la oposición y simular una institucionalidad que no existe más que en los discursos prefabricados del poder.
El "nuevo contrato social" empezó con censura
La reforma constitucional que debía inaugurar un nuevo tiempo democrático en Formosa arrancó con vicios que la deslegitiman desde el minuto cero.
La exclusión de opositores, el abuso del reglamento, la prepotencia de las mayorías automáticas y, como frutilla del postre, una comunicación institucional diseñada para falsear la realidad, pintan de cuerpo entero el verdadero rostro del "Modelo Formoseño": sectarismo, censura y desprecio por la democracia real.
Porque si ni siquiera en una Convención Constituyente —el espacio por excelencia de deliberación democrática— el oficialismo puede convivir con la mirada ajena, ¿qué se puede esperar del futuro que quieren escribir?
