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De la renuncia al juramento: las contradicciones de Esteban Rubén Servín en la Convención Constituyente

La Convención Constituyente de Formosa volvió a quedar envuelta en la polémica. Tras un fin de semana cargado de declaraciones explosivas, el lunes juró como convencional el dirigente de Laguna Blanca Esteban Rubén Servín, en reemplazo del opositor Guillermo Federico Evans, quien encabezó la lista de Gabriel Neme y fue uno de los seis que renunciaron en repudio al manejo arbitrario del cuerpo y denunciando la redacción de una "Constitución Chavista".

"Yo no voy a asumir"

Horas antes de su jura, el propio Servín había habia dado a entender de manera categórica que no aceptaría el cargo:

"Yo no voy a asumir. No me imagino 10 minutos estar ahí, en esa boca de lobos, dentro de esa oposición que marca el fracaso de la oposición formoseña dividida".

"Hoy para mí el radicalismo es más gildista que Gildo Insfrán".

"Ni tampoco con esa gente malandra (oficialistas), malos tipos y malas minas, que quieren cagar a la provincia".

"Yo creo que la intervención no solo es necesaria, sino que debe ser inmediata. En octubre algo tiene que pasar…".

"Estoy contra este modelo totalitario, absolutista, de atraso, de pobreza, de vergüenza, de todo lo malo…".

"El modelo de Insfrán se tiene que terminar, o se tiene que terminar".

De las palabras a los hechos

Pese a la dureza de sus dichos, Servín finalmente juró en la banca que pertenecía a Evans, y asegurán que de la mano del oficialismo, lo vieron acompañado en el recinto por el convencional justicialista Solalinde y con un chofer oficialista. Su asunción generó sorpresa y desconcierto, dado que él mismo había planteado objeciones "morales" para ocupar el lugar.

El trasfondo político

La llegada de Servín aceptando lo que no iba a aceptar, y de la mano de quines habia calificado como "malandras", y horas despues de haber pedido la intervención de Formosa y cuestionado tanto al oficialismo como a sectores de la oposición, desnuda una nueva contradicción dentro de la Convención. Mientras crecen las denuncias por autoritarismo y manipulación en el proceso de reforma constitucional, la asunción de un convencional que había prometido no aceptar el cargo se convierte en un capítulo más de la crisis de legitimidad que atraviesa el proceso.