Torpezas, escándalos y proselitismo: el PJ aprobó el artículo 132 que resetea el mandato de Insfrán
La décimo tercera sesión plenaria de la Convención Constituyente, celebrada el miércoles 3 en la Legislatura provincial, quedará en la memoria no por avances institucionales sino por un cúmulo de desprolijidades, arbitrariedades y espectáculos bochornosos que exhibieron la verdadera esencia del "consenso suizo" con el que el oficialismo pretende maquillar el autoritarismo.

El insólito "vía crucis" para aceptar una renuncia
El inicio ya fue de antología: la reaparición de la trabajadora de la salud Beatriz Chaparro, que había presentado su renuncia indeclinable una semana atrás y que, por capricho y negativa autoritaria del bloque mayoritario, nunca había sido tratada. Obligada a volver al recinto para exigir que se cumpliera un trámite elemental, Chaparro forzó a la Convención a tratar su dimisión en un trámite express que demandó seis votaciones sucesivas para aceptar lo obvio:
Pase a comisión.
Tratamiento sobre tablas.
Conversión del plenario en comisión.
Cierre del debate.
Despacho de comisión.
Aprobación de la renuncia.
Recién entonces la presidenta, Graciela de la Rosa, la "invitó" humillantemente a retirarse del recinto. Una escena más propia de una comedia absurda que de un órgano encargado de reformar la Constitución provincial.
El falso consenso y el portazo opositor
Acto seguido, el PJ y la UCR –sin el acompañamiento del convencional Fabián Firman– aprobaron un artículo sobre la protección de niñas, niños y adolescentes en el entorno digital. Fue el último respiro de calma antes del estallido.
Cuando llegó el turno de la reforma del Artículo 132, Rodrigo Vera presentó la propuesta como fruto del consenso: una iniciativa "sugerida por la oposición" y supuestamente aceptada en un clima de armonía. Sin embargo, la bancada radical se desmarcó y votó en contra por no aceptar la cláusula transitoria que "resetea" el mandato de Gildo Insfrán, habilitándolo a un nuevo período como si sus ocho gestiones previas nunca hubieran existido.
El resultado fue previsible: insultos de Vera, que acusó a los radicales de "títeres, desleales y mentirosos", ataques a los asesores jurídicos de la oposición y la censura a Firman, a quien le cortaron el micrófono para impedirle expresarse contra la perpetuidad del régimen. Indignado, Firman abandonó el recinto a los gritos, convirtiéndose en el octavo convencional en renunciar o retirarse en lo que va del proceso.
El broche de oro: un acto de campaña
Pero la sesión aún tenía un final grotesco. Con el PJ celebrando la aprobación del artículo 132 y los radicales nuevamente acomodados, la Convención se convirtió en escenario de campaña. Graciela de la Rosa cerró la jornada con su proyecto de igualdad de género, que obtuvo voto unánime y terminó con una ovación de pie, foto grupal y clima festivo, más parecido a un lanzamiento electoral que a un debate institucional.
De esta manera, la sesión que comenzó como un escándalo por una renuncia maltratada, siguió con un portazo opositor y transitó un debate viciado sobre la reelección indefinida, terminó transformada en el acto de lanzamiento de la candidatura a diputada nacional de De la Rosa, en una postal que desnuda la verdadera función de la Convención: ser tribuna y campaña del gildismo.