💣 Xenofobia, odio y propaganda: la degradante reacción del comunicador oficialista Juan Carlos Mereles tras la golpiza a "Mitaí Comemango"
El paraguayo Juan Carlos Mereles, convertido en "comunicador" en Canal 11, y transformado en vocero del gildismo, justificó la brutal agresión contra Iván Rotela y pidió en las redes su "expulsión de Formosa". Un nuevo episodio de intolerancia, xenofobia y degradación institucional en los medios públicos.
En un hecho que desnuda la decadencia moral y ética del sistema de medios controlado por el gobierno provincial, el comunicador Juan Carlos Mereles —un bagallero paraguayo devenido en propagandista del régimen de Gildo Insfrán— protagonizó una serie de declaraciones xenófobas, injuriosas y abiertamente violentas contra el joven formoseño Iván "Mitaí Comemango" Rotela, víctima de una brutal golpiza propinada por una patota gildista el pasado domingo en pleno centro de la capital.
Sin el menor atisbo de vergüenza, Mereles utilizó las redes social y un supuesto prestigio ganado gracias a las cámaras de Canal 11, una señal pública financiada con recursos de todos los formoseños, para justificar la agresión, burlarse de las lesiones de la víctima y acusarlo de haber "simulado" su ataque con maquillaje, comparándolo con un supuesto "Neme show".
Lo más grave llegó después: el comunicador pidió abiertamente la expulsión de Rotela de la provincia y que "no lo dejen volver nunca más".
Una expresión de intolerancia y odio que no solo degrada el debate público, sino que coloca a la prensa oficialista en el terreno del discurso de persecución política y xenofobia institucional.
🗞️ De vocero marginal a agitador del poder
Mereles —con un prontuario conocido de contrabando, agitación piquetera y vínculos con el aparato de propaganda estatal— se transformó en el nuevo rostro del fundamentalismo gildista.
Desde su programa "Che Cueray", emitido por Canal 11, usó un medio del Estado para difamar, insultar y linchar simbólicamente a toda voz opositora, en un formato que ya no disimula su naturaleza de aparato partidario.
Su discurso de odio combina misoginia, homofobia y xenofobia, atacando a militantes, periodistas, y dirigentes opositores sin filtro ni fundamento.
Lejos de representar al pueblo paraguayo —cuya enorme mayoría trabaja y vive dignamente en Formosa—, Mereles encarna el modelo de propagandista servil que degrada la profesión periodística y mancilla los valores democráticos.
📺 Medios públicos al servicio de la agresión
No es la primera vez que los medios estatales formoseños son utilizados como armas políticas para perseguir opositores. Pero esta vez, la gravedad es mayor:
Mereles no solo mintió y difamó, incurrió en violencia simbólica y xenofobia, promoviendo el odio y la exclusión de un ciudadano argentino en su propia provincia.
Su mensaje vulnera abiertamente el artículo 19 de la Constitución Nacional, que protege la libertad individual y prohíbe cualquier forma de persecución por pensamiento o ideología:
"Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios y exentas de la autoridad de los magistrados."
Cuando un medio público se convierte en cloaca de injurias y amenazas, lo que se destruye no es solo la credibilidad del periodismo: se erosiona el tejido democrático, se normaliza el odio y se legitima la violencia.
⚠️ Un llamado a la reflexión
El caso Mereles exhibe hasta qué punto el modelo formoseño ha colonizado la palabra pública, transformando la información en propaganda y la crítica en delito.
Desde el gobierno, con fondos estatales, se financia falsos comunicadores que no informan: persiguen, humillan y excluyen.
Porque cuando un periodista pide la expulsión de un ciudadano por pensar distinto, ya no estamos ante un comunicador. Estamos frente a un sicario mediático del poder.
Y frente a eso, el silencio también es complicidad.