La UCR formoseña, sin autocrítica ni rumbo: Casadei habla de ‘traidores’ tras la peor derrota de su historia
El mensaje del excandidato radical Enzo Casadei, emitido una semana después de la contundente derrota electoral que dejó a la Unión Cívica Radical de Formosa con un humillante 3,66%, volvió a poner en el centro del debate la profunda crisis política y moral del centenario partido en la provincia. Lejos de hacer un análisis serio o asumir responsabilidades, el radicalismo formoseño optó por el camino más fácil: culpar a los demás, negar la realidad y aferrarse a las sillas de conducción de un sello, sin un solo gesto de autocrítica, sin propuestas renovadoras y sin pedir disculpas a su propia militancia.
El partido que alguna vez supo gobernar la provincia y la capital —que alcanzó elecciones históricas con el 40% de los votos y nunca bajó del 24%— terminó reducido a su mínima expresión.
Años de acuerdos de cúpulas entre los sectores referenciados en Luis Naidenoff y Ricardo Buryaile, sin internas genuinas ni participación de los afiliados, desembocaron en una estructura vacía de representación y sin rumbo político. Ambos referentes ya habían perdido sus bancas nacionales en las urnas hace cuatro años, preludio de un derrumbe que se profundizó con el tiempo.
En las elecciones provinciales recientes, la UCR aún mantenía centralidad como columna vertebral del Frente Amplio Formoseño, acompañando a Francisco Paoltroni y Gabriela Neme. Pero el quiebre final llegó en la Asamblea Constituyente, donde mientras Paoltroni y Neme abandonaban el recinto para no convalidar la reforma "castrochavista" impulsada por Gildo Insfrán, los tres convencionales radicales optaron por quedarse y terminaron votando muchos de los artículos aprobados por unanimidad. Esa claudicación selló el divorcio con sus aliados y con su propia base.
A partir de allí, el radicalismo perdió el 90% de sus aliados dentro del Frente Amplio. Los partidos de Neme, Paoltroni, el PRO y parte de la propia UCR confluyeron con La Libertad Avanza, encabezada por Atilio Basualdo —un ex funcionario del modelo formoseño que en poco tiempo se transformó en la referencia opositora más fuerte frente a Insfrán—.
En cambio, la conducción radical optó por aliarse con Libres del Sur, un partido que hasta poco antes había compartido listas con sectores del gildismo, y postuló a Casadei junto a una dirigente de izquierda bajo el discurso "frenar a Milei"y atacar a Basualdo y Neme por peronistas . El resultado fue desastroso: 3,66% de los votos y la pérdida de la diputación nacional.
Lejos de asumir semejante fracaso, la conducción radical eligió victimizarse y buscar excusas: la "nacionalización del voto", la "polarización", o el viejo recurso de que "la gente se confundió", al que apeló el presidente de la UCR Miguel Montoya, "la gente me felicitaba a mi".
Mientras tanto, los únicos dirigentes radicales que mostraron crecimiento real, como los de El Colorado —único distrito donde el partido aumentó su caudal y logró colocar concejales—, fueron amenazados con sanciones y expulsiones por haber cuestionado la estrategia de élite provincial.
Casadei rompió el silencio, pero no fue para pedir disculpas, ni anunciar la renuncia del naidenoffcista Miguel Montoya
En ese contexto, las palabras de Casadei, en lugar de llamar a una reconstrucción, sonaron a cierre de capítulo. Su mensaje, difundido por un portal local C23 bajo el título "El radicalismo expulsa a los traidores en Formosa", tuvo tono de advertencia más que de reflexión:
"Los que jugaron para otros, tienen que saber que esta vez no se dobla, esta vez se rompe y es en serio", afirmó.
Sin embargo, la realidad muestra otra cosa: el radicalismo formoseño se viene doblando hace décadas, y ahora parece finalmente quebrado. Con su electorado migrando a nuevas alternativas opositoras, sin autocrítica y sin conducción renovadora, la UCR provincial parece haber puesto el último clavo en su propio ataúd político, sentenció el Diario El Comercial.